¿Y si la violencia no empezara con un golpe… sino con un comentario “inofensivo”?
Esa es la pregunta incómoda que el VIOLENTÓMETRO nos obliga a mirar de frente. Y quizás ahí está su poder: mostrarnos que muchas violencias comienzan mucho antes de que podamos reconocerlas como tales.
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer —proclamado por la ONU—, no es solo una fecha para recordar a las víctimas. Es también un llamado urgente a identificar los primeros síntomas, esos que suelen normalizarse y que, si no se detienen a tiempo, escalan hasta niveles mortales.
Hoy te comparto un análisis completo del VIOLENTÓMETRO, una herramienta fundamental para cualquier blog feminista y, sobre todo, para cualquier mujer que quiera entender que el abuso nunca aparece de la nada: crece, avanza, se disfraza y se naturaliza.
En este artículo vamos a desarmarlo paso a paso.
¿Qué es el Violentómetro y por qué importa tanto?
El Violentómetro es un instrumento gráfico diseñado por el Instituto Politécnico Nacional de México (IPN) y adoptado por instituciones en todo el mundo. Su objetivo es sencillo pero poderoso: visibilizar los diferentes niveles de violencia que pueden aparecer en una relación, desde las conductas aparentemente “pequeñas” hasta los actos más extremos como el feminicidio.
Lo más revelador es que organiza esas conductas en una escala progresiva. No es casualidad:
- La violencia es un proceso, no un hecho aislado.
- Casi nunca comienza con golpes.
- Siempre muestra señales antes.
Por eso esta herramienta es vital: ayuda a detectar el peligro antes de llegar al punto sin retorno.
Los tres niveles del Violentómetro: una escalera que nunca hay que subir
El Violentómetro divide la violencia en tres niveles: Cuidado, Alerta y Urgente. Cada uno refleja un grado distinto de riesgo y requiere una respuesta diferente.
Vamos uno por uno.
Nivel 1 — CUIDADO: La violencia ‘normalizada’
Aquí aparecen acciones que muchas veces se justifican como “celos”, “bromas”, “cosas de pareja” o “asuntos privados”. Pero en realidad son alertas tempranas de que algo no está bien.
Algunos ejemplos del nivel Cuidado:
- Bromas hirientes
- Chantaje emocional
- Mentir, manipular
- Ignorar (ley del hielo)
- Celar
- Acechar redes sociales
- Culpabilizar
- Descalificar
Este nivel es especialmente peligroso porque pasa desapercibido.
Se tolera porque “no es tan grave”. Porque no hay golpes. Porque parece menor.
Pero quienes trabajan en violencia de género saben que la mayoría de los feminicidios no empezaron en el nivel Urgente. Empezaron aquí.
Nivel 2 — ALERTA: La violencia ya se volvió evidente
En esta fase ya aparecen agresiones más claras y visibles. Aquí la relación está en riesgo y es fundamental buscar ayuda, hablar con alguien de confianza o acudir a servicios especializados.
Conductas de este nivel:
- Ridiculizar u ofender
- Humillar en público
- Intimidar, amenazar
- Controlar amistades, dinero, lugares, redes sociales o ropa
- Destruir artículos personales
- Manosear sin consentimiento
- Caricias agresivas
- “Golpear jugando”
- Pellizcar, arañar
- Empujar, jalonear
- Cachetear
- Patear
- Encerrar o aislar
- Sextorsión
Aquí la violencia ya dejó de ser sutil.
El agresor toma poder sobre la vida de la víctima y busca reducir su autonomía.
No es una discusión fuerte: es violencia.
Nivel 3 — URGENTE: La vida corre peligro
En este último tramo ya hablamos de delitos. Conductas que ponen en riesgo inmediato la integridad física y la vida de la víctima. Aquí se debe pedir ayuda de forma urgente.
Incluye:
- Amenazar con armas
- Difundir contenido íntimo sin consentimiento
- Amenazar de muerte
- Forzar una relación sexual
- Abuso sexual
- Violación
- Mutilar
- Asesinar (homicidio, feminicidio)
Este nivel evidencia que la violencia escaló al máximo.
Llegar aquí significa que hubo señales previas que —por miedo, amor, presión social o normalización— se ignoraron.
Por eso es vital identificar las primeras.
¿Por qué el Violentómetro es tan importante para el feminismo?
Porque el feminismo trabaja para romper silencios y poner nombre a aquello que la sociedad intenta minimizar o esconder.
El Violentómetro desnuda los mecanismos de control y demuestra que la violencia de género no es un accidente ni una exageración.
Es una herramienta pedagógica que:
- Ayuda a reconocer patrones
- Da lenguaje a lo que sentimos
- Valida experiencias
- Rompe el mito del “si no te golpea, no es violencia”
- Empodera para pedir ayuda
- Acompaña procesos de salida
También es un recordatorio de que todas las mujeres merecen una vida libre de violencia, no solo física, sino emocional, económica, sexual y digital.
Cómo usar el Violentómetro en la vida diaria
No es un test ni un ranking. Es una guía.
Aquí algunas formas prácticas de usarlo:
Para identificar conductas en una pareja
Si estás en una relación y varias acciones aparecen en la escala… es momento de analizar la situación con seriedad.
Para conversar con adolescentes y jóvenes
Ayuda a prevenir vínculos tóxicos antes de que se normalicen.
Para detectar comportamientos en amistades o familiares
La violencia no ocurre solo en el amor romántico.
También puede aparecer en casa, en el trabajo o entre amistades.
Para acompañar a alguien que lo necesita
A veces una persona no se da cuenta de que está viviendo violencia hasta que ve su experiencia reflejada en una herramienta así.
Conclusión: La violencia no comienza con un golpe, empieza con una falta de respeto
El Violentómetro existe para recordarnos que la violencia se construye paso a paso, y que identificar esos pasos a tiempo puede salvar vidas.
No se trata de tener miedo, sino de tener información.
No se trata de señalar a todas las personas, sino de reconocer cuando algo empieza a doler, a limitar o a apagar nuestra voz.
Si una conducta te incomoda, te duele o te hace dudar de ti misma:
no es amor. Es violencia.



